Marruecos en moto

¡Hola a tod@s!

Os presento a continuación la crónica del viaje que hemos realizado Laura y yo con nuestra Varadero (Éleonor) junto con María y Dani, unos moteros y viejos conocidos de Logroño con una V-Strom 650 (Desiré) a lo largo de 2500 km de Marruecos.

Hace mas de un año nos propusimos hacer este viaje a Marruecos organizado por nosotros mismos con la ventaja de ir totalmente «a nuestro aire». Tras varios meses de estudiar y leer foros y comentarios de otros viajeros moteros sobre Marruecos, confeccionamos una ruta que nos permitía en 7 días ver las Gargantas del Dades y el Todrá y Erg Chebbi. Finalmente, el resultado fue el siguiente:

Vamos allá con el tema

Preparativos
Se dice por ahí que un viaje comienza ya desde los preparativos y damos fe de ello. Aunque no fuera necesario, nos vacunamos de Hepatitis A y de la fiebre tifoidea. También recogí el carnet de conducir internacional que aunque no es obligatorio en Marruecos, lo podríamos necesitar si damos con algún agente excesivamente celoso o si necesitamos alquilar un coche por cualquier razón. No se si os sucede a vosotros, pero al menos en mi caso la semana anterior no cogí la moto para ir a trabajar: ¡cualquier pequeño accidente daría al traste con las vacaciones tan esperadas y no habría tiempo para poder arreglar la moto! Pese a que en la fechas en las que íbamos a estar no esperábamos problemas para encontrar alojamiento, reservamos tanto los billetes de barco como los hoteles para todas las noches. Las reservas en Marruecos las pudimos hacer todas vía telefónica o email en castellano e inglés sin ningún problema.

Debido que durante los días en los que vamos a estar en Marruecos es Ramadán y podríamos tener problemas para encontrar comida, nos llevamos comida envasada (principalemente embutido) principalmente para el mediodía. Sin embargo, sabíamos que las cenas serían «gloriosas»

Nos propusimos meter todo el equipaje y la comida en las maletas laterales (2 x 41 litros) y aparatos electrónicos como cámaras digitales, teléfonos, gps, cargadores, pilas y los papeles en la bolsa sobredepósito. Así dejábamos el top (52 litros) vacío para poder dejar los cascos, guantes y alguna ropa de abrigo en el caso de tener que dejar la moto parada en algún descanso, etc. Finalmente con unos 16 kg por maleta lateral y la revisión de la moto lista, estábamos preparados para nuestro primer viaje intercontinental.

Viernes
Barcelona – Torrevieja: 600 km

El viaje comienza a las 16:00. Debido que queríamos terminar la primera etapa lo antes posible hicimos el recorrido Barcelona – Torrevieja por autopista. El cielo amenazaba tormena pero finalmente no tuvimos que sacar los trajes de agua. Nos sorprendimos con la cantidad de campos de golf y de apartamentos que se veían desde la carretera… En definitiva, la primera etapa no tuvo nada especial que destacar. Pronto a dormir y descansar que al día siguiente queríamos madrugar.

Sábado
Torrevieja – Algeciras: 600 km

Madrugamos un poco, ejercicio que sería la constante del viaje. La ruta hasta Algeciras tampoco tuvo nada memorable. Tan pronto llegamos a Algeciras nos tomamos una ducha y bajamos a esperar a Dani y María que bajaban desde Logroño haciendo noche en Madrid. Tan pronto llegaron, tuvimos la primera foto de grupo!

Mientras ellos se daban su correspondiente ducha, Laura y yo nos acercamos al puerto para que nos entregaran los billetes que el día siguiente nos servirían para obtener la tarjeta de embarque y cruzar el estrecho. Desde el momento en que llegamos nos paraban en la calle para ofrecernos una agencia/tienda/local donde comprar billetes para cruzar el estrecho. Además, el hotel estaba a pocos metros del puerto y allí prácticamente todos los locales se dedicaban ello. Ya con los billetes en la mano, nos fuimos a conocer la noche de Algeciras. Unas gambitas y unas tapitas tuvieron la culpa. Tras esto, a la cama porque queríamos pillar el barco que salía a las 8:00 de la mañana.

Domingo (Día 1)
Algeciras – Chefchaouen: 110 km

Gran madrugón con el fin de estar a las 7:30 embarcando. Atamos las motos en el barco y comenzamos la travesía:

En el barco estaban nuestras dos motos y tres coches mas, así que no tuvimos ningún problema de colas, ni atascos ni nada similar. Tras 45 minutos de travesía, ver Gibraltar con sus nubes casi perpétuas y un mar en calma, llegamos a Ceuta.

Estuvimos esperando quince minutos para salir debido a que las plataformas del barco se atascaron y el puente del puerto patinaba por el barro acumulado de las lluvías de los días atrás. Finalmente, ¡estábamos en África!

Nos dirigimos a la frontera con la mentalidad de que nos lo debíamos tomar con tranquilidad y que nos podíamos esperar casi cualquier cosa. Aquí cometimos el primer gran error: Laura iba con la cámara de fotos en la mano aunque en ese momento no estaba sacando ni fotos ni vídeos. El agente de la aduana Marroquí tan pronto paramos la moto le agarró la cámara de la mano y tiró de ella para quitárnosla. Laura tenía la cámara agarrada por la muñeca y con los tirones no la podía soltar y casi nos tira de la moto. Hubo momento de cierta tensión hasta que Laura consiguió soltar la cámara y el guardia se quedó con la cámara. Luego me llevaron a su oficina (con las mujeres prácticamente no tratan) mientras Laura iba rellenando los papeles preceptivos con la idea de que le mostrara la foto que habíamos sacado de su frontera. Dió la casualidad de que no habíamos sacado ninguna foto de su frontera pero él estaba convencido de que sí. Tras una media hora en el que le tuve que pasar todas las fotos de la cámara varias veces, se dió por convencido y nos devolvió la cámara. Debido a que estábamos en Ramadán, tampoco estaba bien visto fumar por lo que nos cayó una pequeña bronca por encender un pitillo. Todo se tranquilizó finalmente y continuamos ruta a Chefchaouen tras darle una propina a uno de los aduaneros que directamente nos indicó amablemente «dame propina».

Los primeros kilómetros en Marruecos nos presentaron unas carreteras anchas pero muy mal cuidadas aunque con muchas obras comenzadas con trabajadores por mitad de la calzada, mucha basura por los arcenes, barro y arenilla. Muy posiblemente se debiera a las grandes lluvias que se habían dado unos días atrás. Un patinazo en una rotonda y unas vibraciones inesperadas en el manillar de la VStrom nos hicieron presagiar un pequeño infierno de viaje. Tras ver que la moto está en perfectas condiciones y felicitarnos por estar ya en ruta, continuamos adelante. Desde aquí hasta llegar a casa no tuvimos ningún otro tipo de percance aunque esto no lo sabíamos en aquel momento

A la entrada de Tetouan sacamos dinero del cajero unos y cambiamos otros, para poder disponer de Dirhams con el fin de pagar allí donde las tarjetas no funcionaran, esto es el 80% de las gasolineras y el 20% de los hoteles.

Llegamos a Chefchaouen a las 11:00 de la mañana, a lo que ayudaba que la ruta era corta y que en Marruecos son dos horas menos que en la península. Aparcamos en un parking en el centro del pueblo y las chicas fueron a buscar el hotel. Un rato después llegaban con un «guía» del hotel, confirmaron que podíamos dejar las motos en el parking y para arriba:

Tras una buena ducha, nos pusimos en marcha con el fin de conocer el precioso pueblo de Chefchaouen. El «guía» del hotel nos estuvo siguiendo un buen rato hasta que le dejamos claro que no queríamos costo (o polen o «aceite» o cualquiera de sus derivados…). Chefchaouen es un pueblo situado muy cerca de Ketama, zona conocida por tener los mayores cultivos de costo de Marruecos. Se dice que hasta 1920 ningún extranjero había pisado sus calles y mantiene un aire tradicional que hace de ella algo mágico. En Marruecos la prisa (salvo para los coches que circulan por las carreteras o las ciudades no existe:

La cantidad de matices de azul de sus calles es asombrosa:

Otras imágenes de Chefchaouen, sus calles y sus gentes:

Aquí prácticamente todo el mundo habla español sin ningún problema. Durante el paseo nos dijeron de todo y oímos por primera vez lo que se convirtió en el lema del viaje: «pasa nada, amigo; prisa mata». Además de un «ongi etorri» al decir que éramos del norte de españa, «visca barça» al decir que también veníamos de Barcelona, «echa el freno macareno» y multitud de frases que nos hicieron mucha gracia. Aquí compramos pastillas aromáticas para los armarios y un bolso en el que nos estrenamos con el arte del regateo bajando de 300 dirhams a 180. Comimos sentados en la calle donde los niños nos miraban con una mezcla de curiosidad y asco por lo que comíamos, embutidos varios. Continuamos recorriendo el pueblo bajo la lluvia que duraría unas horas. Cobijados de la lluvia bajo el toldo de un estanco un señor en un casi perfecto castellano nos contaba batallitas del pueblo y varios dichos del lugar. También nos habló del Dios bueno, el Dios malo y otros detalles de su cultura.

Tras tomar varios tes con menta, llego la hora de cenar en un sitio con muchísimo encanto en el que estuvimos muy muy a gusto comiendo la típica comida marroquí:

Tras la cena, a dormir que al día siguiente nos tocaba madrugar para hacer una etapa de enlace con las dunas de Erg Chebbi.

Lunes (Día 2)
Chefchaouen – Midelt: 430 km

Madrugamos para estar desayunando a las 8:30 de la mañana en la terracita del hotel:

Ya con el estómago lleno, pagamos 100 dirhams al cuidador del parking de las motos y carretera. El día amaneció con sol y nos echamos a la carretera. Nos dimos cuenta de que realmente allí conducen sin hacer mucho caso a las normas de tráfico, con todo el respeto. La gente va colgada de los coches, las rotondas se hacen sin ningún orden, adelantan en cualquier lugar… Así que tenemos que andar con bastante mas ojo que por las carreteras españolas.

Cruzamos Meknes gracias a las indicaciones de un abuelete que iba en un ciclomotor y que hablaba muy bien castellano. Mientras paramos a comprar pan, unos chavales nos pidieron permiso para sacarse unas fotos con nuestras motos

Paramos a comer tras Meknes y después cruzamos el famoso Bosque de Cedros, una zona protegida cercana a Azrou. Se trata de básicamente eso, un bosque de grandes cedros por el que circula la carretera:

En el mismo bosque de cedros pudimos ver algún mono, típicos también de la zona.
Los paisajes a medida que vamos avanzando en el viaje son cada vez mas bonitos y nosotros cada vez mas extraños para los habitantes del lugar. Cuando cruzábamos por alguna problación nos miraban como si fuesemos bichos raros y los niños podían tener una reacción totalmente inesperada. Tanto nos podían saludar como nos recibian a pedradas o con palos. No se si es que no tenían toda la puntería que hacía falta o que nosotros las esquivábamos con soltura, pero no nos terminó dando ninguna…

Justo antes de anochecer llegamos a Midelt, el fin de la etapa. Queríamos llegar a todos los destinos antes de anochecer por recomendaciones previas y porque realmente era bastante peligroso porque la gente circula con burro o andando sin luces. Y tampoco la carretera está muy señalizada ni iluminada:

Nos alojamos en un hotel muy bonito justo después de Midelt. Metimos las motos en la zona interior del hotel y tuvimos una cena genial con un bereber tocando una especie de guitarra y sacando unas voces guturales que daban bastante grima, pero muy auténticas.

Cenando:

El patio interior del hotel:

En una de las terracitas del hotel; por la noche hacía fresquito…

Tras la cena y las fotos, a dormir.

Martes (Día 3)
Midelt – Merzouga: 250 km

Desayunamos como reyes de nuevo y tras unas fotos en la salida del hotel, cogimos rumbo a Erg Chebbi:
Todavía dentro del hotel:

…y en la entrada al mismo:

CONTINUARA….

Por Jano