
Salimos de Bilbao para asistir al Mototour de las Naciones, que este año va a ser en la zona del Epiro en Grecia.
El Mototour es un evento internacional, patrocinado por la FIM, para reunir a gente de todas las nacionalidades. Dentro de las diferentes reuniones que se organizan es la más reciente púes esta es solo su 4º edición, frente a la 70 edición del MotoCamp. Tiene las plazas más reducidas por lo que es un poco más ”familiar”, dentro de lo que cabe.
Nos reunimos con Txisko para poner rumbo a Barcelona, donde cogeremos un ferry hasta Civitaveccia, para así reducir el viaje, ya que no tenemos muchos días.
En Barcelona nos reuniremos con el resto del grupo. Seremos 10 motos, 11 personas y vamos a estar juntos 12 días.
La ruta hasta Barcelona por el pantano de Yesa, que ahora tiene muy poca agua, los Mallos de Riglos y Huesca.

Al llegar a Monzón decidimos desviarnos un poco y pasar a tomar una cerveza con un grupo de compañeros que celebraban la ya tradicional Parrillada de Pomar de Cinca.

Un ratito de charleta, saludando a compañeros que hace mucho no veíamos y caminito a Barcelona.
A las 8 de la tarde habíamos quedado en el paralelo, a la entrada del puerto para reunirnos y cenar algo antes de coger el ferry.
El día del ferry, pues tarda 20 horas, es un día de trámite y relax. Tomar el sol en cubierta y echar unas risas planeando lo que viene.

El domingo a la noche desembarcamos y Luis, organizador del viaje, había cogido un hotel en Pomezia a unos 85 km. del puerto, para así quedar encarados a la ruta del día siguiente.
Llegamos al hotel ya de noche, cena en un restaurante próximo y a la cama, que mañana empieza lo bueno. Por la mañana los empleados del hotel nos estaban esperando con una bandera española, para hacerse una foto con nosotros para su página de faceebook.
Íbamos a recorrer un poco Italia antes de cruzar a Grecia, y ese día tocaba salir dirección Pompeya donde íbamos a alojarnos. La ruta de la mañana pretendía ver el Vesubio y dejar los trastos en el hotel para poder ir a Nápoles a comer y luego por la tarde recorrer la costa amalfitana libres de bártulos. No pudo ser.
Ya desde que salimos del hotel, el tráfico era agobiante, las carreteras malísimas, mogollón de basura en los arcenes y la gente conduciendo como loca, en todos los sitios pero especialmente en las poblaciones.

Subimos al Vesubio y lo más destacable durante la subida las vistas impresionantes de la bahia de Nápoles. El cráter no lo pudimos ver, con lo que visita corta.

Para ir al hotel tardamos 1 hora en recorrer 12km, para que veáis como estaba el tráfico.
Llegamos al hotel súper tarde, con lo que decidimos comer allí al lado y no adentrarnos en Nápoles, porque si no, no nos iba a dar tiempo de ver la costa amalfitana.
Salimos de ruta nada más comer, vistas preciosas, color precioso del mar, los pueblos colgados en las rocas, montones de campos con limoneros, es la tierra del limoncello (licor de limón), y muchas viñas. El monte al lado del mar y con este fabuloso tiempo, aquí crece hasta la mala hierba.

Al acercarnos a los pueblos y adentrarnos en ellos, el trafico imposible, en una carretera súper estrecha y llena de curvas, hay de todo, autobuses, caravanas, mogollón de scooters, con lo cual cada vez que se encontraban de frente en una curva dos automóviles, atasco a la vista.

Bajamos hasta Cetara , que es el pueblo más al sur, pero a estas alturas del año, se hace de noche enseguida, con lo que no nos dio tiempo de visitar todos los pueblos.

Destacar la plaza de Amalfi, con la catedral Sant Andrea Apostolo de estilo árabe siciliano con su impresionante escalera.

Ya de noche cruzamos hasta Pompeya por Furore y aún de noche era impresionante la vista al Mediterráneo. Ahora que el tráfico había bajado hasta casi ser inexistente era una carretera para disfrutar.
Una vez en el hotel decidimos ir a Pompeya centro en taxi a cenar. El taxista nos llevó a un sitio que según él la pizza era exquisita, y así fue, nos pusieron 5 pizzas diferentes a cada cual más rica, y aunque éramos 6, nos costó acabarlas.

El resto del grupo había decidido por la tarde seguir de ruta y cenaron en Sorrento disfrutando del mar.
Al día siguiente decidimos ir en taxi a las ruinas de Pompeya porque nos salía más barato la ida y vuelta que dejar las motos en el parking, y además podíamos ir a la visita en pantalón corto, que hacía mucho calor. Nos dejaron guardar todo en un pequeño cuarto en el hotel hasta el final de visita.
Cogimos una guía en castellano para la visita porque con unas buenas explicaciones el recorrido es diferente. Nos cobró 12 euros a cada uno por 2 horas de visita, pero merece la pena pagarlos.
Pompeya para mi gusto impresionante, no solo por lo bien conservada que esta, sino porque cuando te explican cómo vivian, te das cuenta de que seguimos igual 20 siglos después.

La ciudad quedó sepultada debajo de las cenizas del volcán Vesubio en el año 79 d.C. No llego la lava, pero si las cenizas y los gases tóxicos, que fueron los que mataron a la gente. Sobre todo, murieron los ricos porque desde 30 días antes la tierra había empezado a temblar, los pobres no tenían ataduras por lo que se fueron, pero los ricos con sus impresionantes casas no querían desprenderse de todo. Nos explicó como tenían desagües a la calle y después, como pasaba el agua sucia por la calzada había pasos de cebra elevados para no pisarlo.

Entre las piedras de los pasos de cebra solo cabían los carros con un ancho especial de ruedas, así que cuando llegaban los comerciantes a las puertas de Pompeya tenían que alquilar sus carros para poder circular por dentro de la ciudad.
Visitamos el lupanar (el puticlub) con todas las posturas del Kamasutra pintadas en sus paredes.

Las inmensas casas de los ricos con sus bellos mosaicos en el suelo y las bellas pinturas en las paredes.


El pene para ellos era símbolo de suerte y lo ves dibujado y esculpido por todos los lados, otras veces sirve de flecha para señalar por donde se va hacia el lupanar.

El teatro pequeño y el grande tan bien conservados y con sus asientos bien diferenciados para los ricos, el pueblo y las pocas y pobres mujeres en un hueco en lo más lejano.

Todo me impresiono y me gustó mucho, contaría muchas más cosas que nos explicó y os enseñaría más fotos, pero no quiero alargarme y aburriros.
Después de visitar Pompeya salimos cruzando Italia hacia el tacón, campos con olivos, limoneros, viñas…. e iglesias y castillos repartidos por toda la ruta.
Paramos en el castillo de Melfi, es uno de los castillos medievales más importantes del sur de Italia. Lo construyeron los normandos en el siglo XI y a posteriori perteneció al reino de Aragón.

Una vueltita por el pueblo y a seguir. Cuanto más al sur peor están todas las carreteras.



Continuamos hasta Castell del Monte, que es un castillo en el alto de un árido risco, que llama la atención por su forma octogonal y que en cada una de sus esquinas hay una torre también de la misma forma. En si tiene forma de corona de Emperador. Data del siglo XIII.

Por el camino también veíamos unas casitas de piedra que había en todos los huertos que luego supimos que se llamaban “trullis”

Dormimos en Giovinazzo “la capital del aceite”, ya en la costa adriática, haciendo honor a su apelativo está completamente rodeado de olivos, llegan casi hasta la costa.
Por la noche ya en el hotel, cenita de pasta y carne que mañana nos vamos de Italia.


Antes de coger el ferry que nos llevaría desde Bríndisi a Igoumenitsa (ya en Grecia), visitamos Bari, para hacernos una foto en su imponente castillo, fue construido por los normandos en el siglo XI y llama la atención su gran foso y su más impresionante muralla.

Nos desviamos un poco de la ruta para visitar Alberobello, un pueblecito todo de trullis. ¡ y que buena elección hicimos!. Por qué es un pueblo precioso, todo de casitas redondas de piedra, encaladas, con los tejados de forma cilíndrica y acabados en punta…parece un pueblo de un cuento.

Estas casas se comenzaron a hacer así pues los condes dueños de esas tierras para no pagar impuestos, hacían a sus trabajadores hacer las casas en seco, sin cemento para poder derruirlas si había inspecciones reales. Para que la piedra se sujetase bien sin cemento las hacían redondas y con un techo autoportante. Hoy todavía los vendían hechos en algunas tiendas de material. Y luego los embellecían con pináculos decorados.
Hoy es patrimonio de la Humanidad.

De aquí un paseíto a Bríndisi a coger el ferry.
El ferry desde Italia hasta Grecia tarda unas 9 horas así que después de comer, una siestita en las butacas y a tomar el sol a cubierta.

En Grecia es una hora más que aquí, con lo cual cuando llegamos a Igoumenitsa ya eran las 23h. locales y no teníamos claro que pudiéramos cenar.
Pero la gente en Grecia es súper amable y servicial y a los españoles nos ponen muy buena cara en todos los sitios. Preguntamos en un bar que había cerca de los apartamentos donde íbamos a dormir, y la señora aunque no tenía nada listo, nos prepara una cena para 11 a base de todo un poco, que al final resulto deliciosa.


Al día siguiente ya para Ioannina que empieza el mototour.
Este año, como ya he comentado se visita la zona del Epiro y hay tres rutas organizadas para viernes, sábado y domingo. Las rutas son de unas 7 horas más o menos, pero con visitas y comida incluidas por lo que de conducción son unas 3.5 h. aprox.

El inicio oficial del evento es el jueves a la cena, para los que están ya allí o vamos llegando, se organizó para esa tarde una ruta extra para visitar Metsovo y Meteora.
La organización a la perfección durante todas las rutas, un road líder y tres o cuatro Marshall para ayudar en los cruces, en los pueblos, y por si alguien se despista.

Metsovo es un pueblo de montaña, con todas sus casitas de madera, empedrado en el suelo, y mogollón de souvenirs también de madera.

Hoy no estaba incluida la comida, pero nos orientaron hacia dónde dirigirnos. Comimos en un restaurante colaborador, todo muy rico y a la vez original. No hay platos, te sirven en papel de estraza o parecido. No hay vajilla que fregar…

Queríamos probar todo lo típico y un camarero muy amable que además hablaba castellano nos sirvió 4 clases de quesos, carnes a la brasa: oveja, cerdo, pollo, salchicha y tripa… Probamos de todo y no sobro nada, aunque a mí la tripa no me gusto, era una cosa rellena de hígado y vísceras…
Después salimos dirección Meteora, yo tenía muchas ganas de verlo, pero lo que vi superaba lo que me había imaginado.

Son un conjunto de peñas formadas hace millones de años debajo del mar, después al bajar el nivel del mar y quedar al descubierto, la erosión y los terremotos esculpieron lo que hoy vemos.

Realmente no sabes lo que te impresiona más, si las” rocas en el aire” (significado de Meteora), o los monasterios que han construido en lo alto de esas rocas.

Quedan 13 monasterios, solo 6 habitados, y varios de ellos se pueden visitar. Nosotros visitamos el Gran Meteoro.

A las mujeres no dejan entrar en pantalón, con lo que en la puerta te ofrecen un pareo o mandil para ponerte por encima.

Te enseñan las diferentes construcciones que hay dentro del monasterio y algunas salas con vestimentas y objetos antiguos, la capilla con bonitas pinturas bizantinas y vimos incluso el sistema de poleas por el que antes bajaban y subían todo del exterior.
Hoy, hay además de un sistema de poleas que cruza enfrente y vimos usar por unos trabajadores, escaleras, que es por donde el público accede al monasterio, y hay que ir preparado para hacer ejercicio pues son muchaaaaaaas.

Al bajar en el Motoclub de Meteora nos ofrecieron un refrigerio y al hotel.

Ya estaba todo adornado con las banderas de los 20 países que este año participaban. Las mesas colocadas para la cena y a las 20h. nos dieron la bienvenida.

Como los participantes son muchos se dividen en grupos para las rutas, cada grupo sale con una cadencia de 20 minutos para no colapsar el tráfico y en las visitas y refrigerios no agobiar a la gente.
Los españoles, portugueses y una pareja de andorranos éramos el grupo 1, así que al día siguiente salíamos los primeros a las 9.30h.

Recorrimos pasando bonitos paisajes y montañas unas carreteras de calidad media, hasta llegar a Igoumenitsa. Allí, en el Motoclub, al lado del mar, nos dieron un almuerzo para coger fuerzas.


Las autopistas y carreteras principales están muy bien arregladas y algunas son de reciente construcción, pero las carreteras con menos tráfico, aunque sean en zonas turísticas no están muy bien, pero por lo menos no hay basura.

Seguimos la ruta por la costa pasando Sivota y llegamos a Parga donde nos esperaba la comida, baño en la playa para los que quisieran y paseo en barco para ver la costa y el pueblo desde el mar.

Parga es un pueblo marinero, construido sobre un anfiteatro natural, en la antigüedad fue asolado por piratas como el famoso Barbarroja, y hoy es un centro turístico importante.
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